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sábado, 17 de noviembre de 2012

Educar en territorios líquidos


Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos
que no sepan leer ni escribir,
sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender
Alvin Toffler

En mis últimas entradas he intentado enfrentarme al hecho educomunicativo en las aulas buscando la manera de entenderlo en la sociedad actual. La metáfora de los Tiempos Líquidos que Zygmunt Bauman propone para el desarrollo social me hace reflexionar y buscar paralelismos en la educación y en si la convergencia mediática nos puede ayudar en la enseñanza y en el aprendizaje en las aulas. En un post anterior mencioné cómo esas teorías nos abren puertas, pero de igual manera también nos sume en una serie de riesgos que como docentes podemos focalizar pensando en las capacidades de nuestros actuales discentes. 

Bauman, en Los retos de la educación en la modernidad líquida, presenta cómo las nuevas generaciones estén acostumbradas, desde el punto de vista del consumo, a no realizar esfuerzos innecesarios para obtener una cierta cantidad de placer. Nos habla del "síndrome de impaciencia" y de la "búsqueda de atajos" que permiten alcanzar una gratificación instantánea sin tener que esperar. Para ellos también la educación es un producto a ser consumido.



Anteriormente el conocimiento significaba adquirir un valor duradero, sin importar que fuera episódico o adquirible a lo largo de toda una vida. Era para siempre. Actualmente tenemos la impresión de que nada es permanente. Los afectados por el "síndrome de impaciencia" desean consumir educación sin compromisos a largo plazo, sin limitarse en su libertad y aprovechando las oportunidades que se puedan presentar:
"El consumismo de hoy no se define por la acumulación de cosas, sino por el breve goce de esas cosas."
De modo que:
"En el torbellino de cambios, el conocimiento se ajusta al uso instantáneo y se concibe para que se utilice una sola vez."
En este marco social que nos dibuja Bauman, se empieza a poner en duda la capacidad de la educación institucionalizada de responder a estas nuevas necesidades sin llevar a cabo un desmantelamiento de sus sólidos cimientos para adaptarse a las nuevas formas de consumo de educación. En este mundo las estrategias cambian y se empiezan a basar en "culturas" y "redes", "de equipos" y "coaliciones" y antes que hablar de control, liderazgo o, más específicamente de dirección, prefieren hablar de "influencias", tranmitiéndonos a través del significado semántico de los mismos términos, un mensaje de volatilidad, fluidez, flexibilidad y corta vida. Se desarrollarán estructuras que serán fáciles de montar y desmontar dependiendo de las necesidades del momento; estructuras reorganizables sin previo aviso que mutan dependiendo de los cambios y novedades que vayan surgiendo. El valor de una organización radica en su capacidad líquida de ser "desorganizada", de alterarse y moverse libremente en el caos, explorando y construyendo.

Como educadores, podríamos pensar en establecer modelos de estructuras para el aula, pero en realidad nos enfrentamos a tener que buscar en cada momento uno diferente, en encontrar caminos operativos de actuación para enfrentarnos a tareas concretas, casi siempre diferentes entre sí, que mutan dependiendo de los docentes y discentes, del momento, de las necesidades y de cualquier factor intrínseco al territorio en el que caminemos. Usando una metáfora de AlessandroBaricco en I Barbari. Saggio sulla mutazione:
"In un paesaggio del genere, il gesto di conoscere dev’essere qualcosa di affine al solcare velocemente lo scibile umano, ricomponendo le traiettorie sparse che chiamiamo idee, o fatti, o persone. Nel mondo della rete, a quel gesto hanno dato un nome preciso: surfing (coniato nel 1993, non prima, preso in prestito da quelli che cavalcano le onde su una tavola). La vedete la leggerezza del cervello che sta in bilico sulla schiuma delle onde? Navigare in rete, diciamo noi italiani. Mai nomi furono più precisi. Superficie al posto di profondità, viaggi al posto di immersioni, gioco al posto di sofferenza." 
Nos movemos surfeando sobre líquidas olas, siempre diferentes según vientos y corrientes, por lo que es necesario dejar de lado el saber transmitido por las teorías o desarrollar la ductilidad necesaria para adaptarlo a cada nuevo golpe de mar y enfrentarse a cada ola con la flexibilidad de movimientos del que aprende algo nuevo con cada nueva ola. 

Es en estos momentos, en los que como docentes debemos construir estructuras flexibles basadas en “culturas”, “redes”, “de equipos” y “coaliciones”. Nos sumergimos de este modo en el universo de los nodos conectados que propone Siemens. El aprendizaje no reside en el propio individuo, sino fuera de él, en esas relaciones que se construyen en red y se alimentan, no solo de la información puesta a disposición por organizaciones e instituciones, sino también y fundamentalmente del intercambio de informacion con los pares y la información y conocimiento que estos nos transmiten. Estas conexiones permiten a los aprendices construir su conocimiento.

El aprendizaje colaborativo tiene un rol fundamental, como también es fundamental construir una cultura social colaborativa potenciada por el Factor R en las aulas y al mismo tiempo no olvidar los retos y las dificultades para conseguirlo. Construyéndose una identidad digital líquida, los estudiantes se convierten en seres autónomos, cultos y críticos que desarrollan estrategias. Y es en esta construcción de competencias o habilidades en la que las TRIC (Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación), término acuñado por José Antonio Gabelas Barroso, Carmen Marta Lazo y Daniel Aranda y desarrollado posteriormente en el blog Habitaciones de cristal y, nos ayudan a definir mejor qué necesitan nuestros estudiantes. El Factor R de relaciones nos ofrece unas implicaciones que abarcan las tres dimensiones del individuo: la cognitiva, la emotiva y la social y propone cambios en la nomenclatura  implícitos a él mismo, relacionando entre sí los otros elementos y a la vez relativizando su importancia. Pensemos en la Iniciativa Internacional para la Educación en Habilidades para la Vida en las Escuelas (Life Skills Education in Schools), desarrollada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y lanzada con el propósito de difundir mundialmente la enseñanza de un grupo genérico de diez destrezas psicosociales, consideradas relevantes en la promoción de la competencia psicosocial de niñas, niños y jóvenes.


Es un hecho que el uso eficaz de estos nodos, de estas redes, de estas conexiones lleva a conseguir mejores resultados individuales y grupales, sin embargo muchos profesores, a pesar de conocer sus beneficios, no lo utilizan. ¿Por qué no? Muchos no saben cómo implementar actividades de aprendizaje en grupo, en otras ocasiones no todos los participantes del grupo se comprometen a trabajar  activamente para alcanzar los objetivos fijados y el aprendizaje colaborativo consiste en que los estudiantes trabajen juntos y compartan equitativamente la carga de trabajo, y en la mayoría de los casos hay de base un miedo existencial a sentir que el territorio bajo nuestros pies me mueve y a sumergirnos en un caos sin un hilo de Ariadna que nos ayude a encontrar la salida del laberinto. Nos encontramos, en definitiva, con una barrera que debemos superar para ser capaces, como profesores, de implementar las conexiones de manera efectiva, construyendo la identidad gracias a las R-elaciones e integrando lo informal en lo formal.


Imagen:
Huntington Beach US Surfing Open por Szeke con licencia CC BY-SA 2.0

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